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JUSTICIA

Publicado el 30 de Mayo del 2008

     La sentencia por la que se anulan determinados preceptos del Reglamento Notarial, hace justicia.

     

     Justicia a todos los compañeros, y muy destacadamente a los Registradores del Decanato Autonómico de Madrid quienes, desde un primer momento, rechazaron la doctrina de la rendición preventiva recomendada por la actual Junta de Gobierno, cuando ésta comunicó oficialmente que había sido su decisión no recurrir el Reglamento Notarial, con el fin de no disgustar a la Dirección General. Es triste que en esta aventura, difícil pero hermosa, hayan sido los dirigidos quienes hayan tenido que arrastrar a los dirigentes.

     

     Justicia en especial a compañeros como José Manuel García que no han cejado en la defensa de la función registral como una función autónoma y del Cuerpo de Registradores como corporación independiente. Y cuyos argumentos jurídicos han sido guías fundamentales del recurso interpuesto. Sentencias como la dictada compensarán en parte las miserias y ofensas de ineluctables y palmarios.

     

     Justicia a letrados como Vicente Guilarte Gutiérrez que ha hecho suya la defensa de estos ideales y los ha hecho valer en el foro, en el entendimiento de que, frente a las arbitrariedades del poder, se acaba alzando antes o temprano la razón postulada con la energía del convencimiento.

     

     Justicia a tantos registradores represaliados por el mero hecho de calificar con la ley como guía, cualquiera que sea el poder económico y corporativo que pudiera verse contrariado por la aplicación del Derecho.

     

     Justicia a los Tribunales de Justicia y al Poder Judicial, jueces y magistrados, sometidos únicamente al imperio de la Ley, ante quienes no cuentan influencias familiares, políticas, corporativas o económicas.

     

     Justicia a tantos y tantos notarios españoles que cumplen fiel y lealmente con sus obligaciones profesionales y deontológicas y a quienes ha causado auténtica repugnancia lo que ha venido aconteciendo estos años en el interior del anteriormente prestigioso Centro Directivo.

     

     Justicia, en fin, a las personas que durante estos años han venido ocupando, por sí o por sus familiares, la Dirección General de los Registros y el Notariado. Cada uno, al final, queda en su sitio.






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