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¿HABRÁ RAZONES?

Publicado el 26 de Junio del 2007

     Sostiene el volcal del ramo que la presentación telemática no gusta a los notarios, y que debemos regocijarnos en ella a pesar de todas sus perversiones: la concesión de un privilegio alegal e injustificado a una clase exclusiva de documentos, la alteración injustificada de la prioridad, la asunción de responsabilidades de todo tipo sin posibilidad de tomar las decisiones correlativas, la cesión del control de la vigencia de los asientos de presentación, la obligación de atarnos a nuestras mesas para no dejar nunca de acusar recibo personalmente a los documentos notariales telemáticos, la apertura de un agujero negro por el que desfilarán primero nuestros principios y después nuestras funciones.

     

     Y dice que el sistema no gusta a los notarios debido a que están menos preparados que nosotros y a que el sistema les impone obligaciones que les cuesta más trabajo asumir que a nosotros. La preparación notarial para el sistema es ciertamente inexistente, pero por innecesaria, pues no han de hacer para ello nada especial, dado que el documento lo hacen como siempre lo han hecho, y luego lo trasladan a formato electrónico. O sea, el sin sentido completo: la modernidad consiste en hacer lo que siempre se ha hecho y en luego escanearlo en un pfd. Creíamos que al menos se comprendería que es mejor hacer las cosas en electrónico y luego imprimirlas, pero como en otros aspectos corporativos, no sólo notariales, se considera que menos es más. Y en cuanto a las obligaciones asumidas, las notariales no se ven por ninguna parte, pues la DGN ya se ha ocupado de que el notario pueda mandarnos la copia electrónica de la primera escritura que otorgó cuando ingresó, aunque se jubile la semana que viene, y sus acuses de recibo y demás zarandajas no es que sean flexibles, es que ni se mencionan. Añade nuestro vocal estrella que el asunto permitirá que pueda percibirse que el notario no cumple mientras cumple el registrador. Como cumplimos con las sociedades limitadas nueva empresa, o como con tantos otros extravíos de nuestra superioridad jerárquica que sólo vienen sirviendo para hacernos perder el tiempo y limitar el retraso tecnológico del cuerpo hermano. Y cuando hayamos cumplido con el nuevo extravío, en este como en los demás casos, obiter dicta de por medio, nuevo apretón de tuerca, usando lo que se pueda e inventando el resto.

     

     Pero aún concediendo que toda o alguna parte de la bonita historia de nuestro vocal fuese cierta, no queremos el mal ajeno, queremos que nuestra función sea respetada y para ello es básico respetar los principios en que se fundamenta.

     

     Nos llegan noticias de que la cúpula notarial que, como alguna otra, vive aislada en su urna de cristal y no maneja entre su abanico de motivaciones intentar ser útil a la sociedad, ni incrementar la calidad del trabajo, ni facilitar la labor diaria del compañero, ni en general servir a propósito alguno ajeno, y que sólo se mueve a impulsos de su miserable politica de casa de muñecas, de su juego constante de intereses personales, del billete de avion y la comida pagada, de la pequeña escalada social de los trepas de turno, se está dedicando a nominar a dedo en cada zona impulsores de la cosa telemática, que, segun mantengan relaciones de animadversión, enemistad o mera indiferencia con el registrador correspondiente, lo acribillarán a presentaciones de churros telematicos, o si mantienen con él aún una relación normal, bombarderán a otros registradores lejanos a quienes no conozcan.

     

     Esto se debe a que el éxito del sistema entre los de a pié en el cuerpo hermano, corre paralelo al que el sistema provoca entre nosotros. Y ello es porque este invento del TBO no sirve a nadie, ni siquiera a ellos, y no solo destroza los principios sino que es irrealizable en la practica real diaria, no ha sido probado ni comparado con lo que pretende sustituir, ni en definitiva nadie se crée que vaya a ser usado. Es solo un arma arrojadiza que hemos permitido que sea puesta en manos de los iluminados que en ambas orillas nos dirigen.

     

     Afortunadamente los errores, una vez percibidos, pueden dejar de cometerse. E incluso pueden evitarse los que todavía no se han cometido, como el de abordar el sistema de copias de seguridad de Experior y del escanéo de la señorita Pepis. Resulta que a estas alturas de la película alguien ha pensado que no hay copias de seguridad en los registros, y que tiene que salvar al mundo mundial metiéndose en su cama. Hace falta estar muy en otra onda, no ya en la del papel, en la de las tablas o los papiros, para no darse cuenta del piscinazo que supone cualquier tramitación de documentos electrónicos sin un sistema solvente de “archiving” o archivo electrónico. Pero no, vamos a hacer copias de seguridad, que eso es moderno. Suerte que entre todos no hayan decidido mandarnos un perito escriba a hacernos la copia a mano. ¿O sí?

     

     Entre tanto dislate, colapsadas las líneas de atención del SSI por la creciente demanda que motiva este desastre galopante, incomprendidos los manuales de usuario, e indecisa la neonata comisión ad hoc sobre el sexo de los ángeles, crece la indignación de los registradores de a pié, que pagan sus cuotas, ante el semillero de inútiles problemas que les ha sido impuesto sin razón alguna, sin norma legal o reglamentaria que lo ampare, instrucción o resolución de su DGN, sin decisión corporativa del órgano competente, y sin sentido conocido. ¿Puede alguien indicarnos en que norma o acuerdo se basa la presión ejercida sobre los colegiados para que instalen, sí o sí, la presetación telemática de marras?

     

     Y mientras, nuestras líneas de acceso a Internet, antes veloces, se transmutan en africanas, las mejoras en eficacia y usabilidad de las aplicaciones hace mucho tiempo dejaron de ser ni siquiera esperadas, Hermes Web sacrificado, los mercantiles abandonados, los servicios de publicidad de Flei y Floti, antes espejo en el que mirarse y orgullo de todos nosotros, caen en decrepitud por falta de un adecuado mantenimiento, aunque eso sí, montando el acceso notarial al folio (que fijación en atenderlos) y manteniendo a medio mundo oportunamente informado de lo poco que se tarda / lo poco que cuesta. Con amigos así casi no hacen falta enemigos.






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